El Territorio. Una cuestión de escala.
julio 3, 2024Innovación urbana. Cuando todas diseñan
julio 14, 2024¿Puede la colaboración ayudar a transformar la ciudad?
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Por José Carlos Mota. Universidad de Aveiro – Portugal
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Los tres desafíos de la ciudad contemporánea
Fundadas hace más de 6.000 años, las ciudades son uno de los pilares fundamentales de la sociedad contemporánea. Albergan nuestras viviendas, estructuran nuestra movilidad diaria, ofrecen servicios esenciales, en el fondo organizan nuestra vida cotidiana. Cerca del 55% de la población mundial habita hoy en ciudades y territorios urbanizados y se estima que el 68% de la población mundial será urbana para 2050.
A pesar del enorme potencial de las ciudades, se recuerda que dentro de ellas están las principales organizaciones sociales, culturales, financieras y del conocimiento, que son también el escenario de graves problemas, en particular las desigualdades y la exclusión social, la congestión del tráfico y la falta de vivienda, por ejemplo, pero también el lugar donde se hacen más dramáticos los impactos de fenómenos climáticos extremos, como las inundaciones.
Una serie de organizaciones internacionales y gobiernos han prestado especial atención a la forma en que las ciudades pueden ser socios en la resolución de desafíos globales. La Agenda Urbana y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, la nueva agenda urbana y la New European Bauhaus de la Unión Europea son algunos ejemplos de estos esfuerzos, y muchos gobiernos nacionales tienen ministerios o políticas de ciudad que buscan comprender su papel y estructurar respuestas coherentes y articuladas para resolver o atenuar los principales problemas ambientales, sociales y económicos que allí ocurren. Sucede que entre las intenciones y los resultados en la práctica – en el cambio de comportamientos de los city users – hay una gran distancia que puede ser explicada por la incomprensión de las medidas o falta de implicación en su concepción e implementación.
Es importante reconocer que las ciudades están hoy bajo amenazas globales que hacen que la acción pública a esa escala tenga alcance limitado. Se identifican tres grandes desafíos de ámbitos distintos: la crisis climática, los estilos de vida urbanos y la emergencia social.
El primer gran desafío, la crisis climática, ya referenciada como emergencia dada la gravedad del problema, resulta del aumento de la temperatura media global del planeta, actualmente por encima de los 1,5º de la Era Preindustrial, superando el límite fijado en el Acuerdo de París de 2015, y tiene como consecuencia la ocurrencia de fenómenos climáticos extremos con frecuencia e intensidad cada vez mayores, como inundaciones, sequías o calor extremo. La continuación de esta tendencia puede generar un punto de no retorno y la creación de condiciones de inhabitabilidad en zonas del mundo, creando millones de refugiados climáticos.
El segundo gran desafío son los estilos de vida urbanos basados en una cultura consumista («hay más teléfonos móviles que personas en el mundo»; «En 2023, las ventas de automóviles en Europa aumentaron un 13,7% con respecto al año anterior»; «100 mil millones de prendas de vestir se producen cada año»), donde los productos se consumen rápidamente (a lo que contribuye la publicidad de las marcas de fast-food y fast-fashion) con ciclos de vida cortos y sin reutilización («menos del 1% de las prendas producidas en el mundo es reciclada»). Junto con esto, hay un estilo de vida sedentario con poca actividad física regular («1 in 3 Children in the WHO European Region is living with overweight or Obesity») y al que ha contribuido el hecho de que la movilidad urbana individual se base en el automóvil («73% de los viajes de corta distancia se realizan en automóvil», «Ciudades europeas asignan 1/5 de su espacio a los transportes y cerca de la mitad de ese espacio a los automóviles»). Agravando la situación, emerge una cultura individualista y en torno a burbujas sociales, que genera problemas graves de soledad («EU-wide survey on loneliness finds that on average, 13% of respondedors report feeling lonely most or all of the time over the past four weeks, while 35% report being lonely at least some of the time»).
El tercer desafío está relacionado con la emergencia social, con varias dimensiones. Una primera relacionada con el envejecimiento creciente de la población urbana europea («En 2050, el porcentaje de personas mayores de 65 años rondará el 30%, comparado con el 20% registrado actualmente»), lo que plantea desafíos asociados a la reducción de la mano de trabajo y las necesidades de ofrecer un conjunto de servicios de apoyo y de valorización de la experiencia (envejecimiento activo). Paralelamente, llegan a las ciudades un número creciente de nuevos residentes, sobre todo migrantes («23,8 millones son nacionales de terceros países, 5,3% de la población total de la UE#), lo que impone esfuerzos de integración relevantes.
Ninguno de estos desafíos tiene solución fácil, ni obvia, pero todos convocan a un cambio individual y colectivo, un cambio de comportamientos, de hábitos, de prácticas sociales. Resulta difícil creer que este cambio pueda producirse sin la participación de los principales protagonistas, es decir, de los ciudadanos.
Las respuestas a los desafíos globales de las ciudades pueden pasar por dos tipos de acción, una acción de adaptación (actuando sobre los efectos) o de mitigación (interviniendo sobre las causas). Las segundas han demostrado ser más eficaces aunque más difíciles de realizar.
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La importancia de la colaboración en un marco de complejidad
La colaboración es parte de la historia de la humanidad. En momentos decisivos de la existencia del hombre en la tierra, ya sea en la protección y defensa en tiempos de guerra, en la búsqueda de alimentos a través de la caza, o en la práctica de actividades lúdicas deportivas, la dimensión colaborativa estuvo presente.
La revolución industrial y tecnológica ha hecho que la sociedad urbana sea más individualista, egocéntrica y desigual, y por lo tanto, menos disponible para la colaboración con otros. Probablemente esto no ocurre por alguna mutación genética global, sino por el contexto y la falta de oportunidades.
Las prácticas de participación ciudadana han surgido en las últimas décadas a iniciativa de los gobiernos nacionales y locales. Son el resultado de una preocupación de aproximación entre los responsables de la toma de decisiones y los elegidos, de la necesidad de conferir una legitimidad reforzada a la acción colectiva y al entendimiento de que los ciudadanos colectivamente poseen conocimiento y voluntad de actuar que es esencial para la transformación social y urbana. Así, surgieron en las últimas décadas los presupuestos participativos, los procesos de auscultación de planes, proyectos y políticas públicas, las iniciativas de transformación táctica, los laboratorios de innovación cívica y los consejos de ciudadanos. A pesar de las limitaciones a veces señaladas a la participación ciudadana, los resultados muestran que cuando las metodologías son adecuadas, los temas elegidos por los participantes, y los resultados son consecuentes, existe una fuerte implicación cívica y una profunda transformación en las comunidades, en los territorios, en la administración y en la forma de hacer política pública.
Quizás sea pedir demasiado a la colaboración ser la poseedora de todas las respuestas eficaces a los complejos desafíos que tenemos por delante en las ciudades. Sabemos que, por una parte, los ciudadanos tienen una capacidad limitada de cambio y los políticos son sensibles a esas idiosincrasias, por otra, es necesario que los responsables de la toma de decisiones creen condiciones que permitan la transición deseada.
Por ejemplo, en una encuesta de la plataforma YouGov sobre la acción climática publicada por The Guardian y realizada en siete países europeos, se muestra que las personas están preocupadas por la crisis climática pero no están muy dispuestas a cambiar su estilo de vida. Entre las cuestiones que cambiarán con más reticencia están la movilidad y el tipo de alimentación (en particular la carne). Aún así, están disponibles para pequeños cambios (comer fruta de temporada, plantar más árboles, usar menos plástico, mejorar la eficiencia energética). Por lo tanto, el cambio necesario debe hacerse de una manera gradual, co-construida y continuada.
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Cómo planificar la ciudad de forma colaborativa
La planificación de las ciudades es una tarea exigente, ya que implica la capacidad de analizar y comprender el conjunto de sistemas estructurales que organizan la ciudad, en particular las redes ambientales, de movilidad y de centralidades. Luego debe poder identificar un conjunto de grandes objetivos de desarrollo urbano, que configuren el modelo urbano deseado. Por último, debe proponer medidas coherentes y adecuadas para realizar las mejoras propuestas y actuar sobre los problemas identificados, sobre la base de los recursos públicos disponibles, movilizando a otros (privados y cívicos) que puedan ajustarse a los principios de valoración del interés colectivo.
Sucede que la práctica de planificación de las ciudades sufre de varias contingencias, entre ellas la falta de voluntad política, el apoyo popular y la presión de los grupos de interés. Equilibrar estos diversos platos de la balanza requiere ingenio y arte.
La creación de oportunidades de participación ciudadana puede ser una forma de conocer mejor la realidad, de ganar apoyo para medidas difíciles e incluso de experimentar caminos de futuro. Para ello es necesario crear espacios de diálogo y un marco de confianza que muestre a los participantes que su contribución es útil y tendrá consecuencias. Se necesitan equipos de mediación y facilitación experimentadas y espacios participativos acogedores y apropiables por todos. Los objetivos de la convocatoria de recurso colectivo deben ser claros y las metodologías comprensibles, movilizadoras y factibles. Los resultados de las diversas etapas del trabajo deben ser devueltos y hechos públicos.
La experiencia demuestra que la planificación colaborativa de las ciudades para tener éxito debe tener algunos cuidados metodológicos. Dejamos tres recomendaciones fundamentales:
- crear más y mejores mecanismos de escucha de las necesidades y anhelos de las comunidades y de los ciudadanos;
- construir pactos de cambio que respondan a los problemas de las desigualdades sociales, del cambio climático y de las disfunciones espaciales y que tengan una narrativa de futuro;
- experimentar nuevas (micro) respuestas a partes de los problemas complejos, a través de acciones transdisciplinares, quirúrgicas, simbólicas y, eventualmente, efímeras que permitan ensayar conceptos y prácticas para la replicación futura a una escala territorial y temporal más amplia.
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¿Qué puede hacer una universidad?
La Universidad de Aveiro ha venido trabajando con comunidades y municipios portugueses en el desarrollo de nuevas prácticas participativas. El papel de mediación de la universidad es fundamental porque tiene la capacidad de comprender lenguajes distintos de los diferentes protagonistas, gestionar algunos conflictos y tensiones y ayudar a identificar áreas de trabajo colaborativo.
En los videos y en las fichas de buenas prácticas compartidas, podrán encontrar más información sobre los ejemplos, pero de una forma resumida se puede decir que el proyecto VivoBairro, repensar el futuro del centro de la ciudad de Aveiro de forma colaborativa, ilustra un desafío de participación comunitaria en la reflexión sobre el futuro del centro de la ciudad de Aveiro, un proyecto promovido en el marco del proyecto europeo Community Participation in Planning y que tuvo como principales resultados la realización de un evento comunitario el VivóBairro que experimentó la transformación de la zona histórica de la ciudad a través de una red de actores locales y proyectos de animación del espacio público.
El Proceso participativo del Plan Director Municipal de Maia nació de una invitación del municipio de Maia, próximo a Oporto, para la elaboración de un proceso participativo para elaborar la revisión del plan de ordenación del territorio municipal. Participaron más de 1.500 personas en 50 reuniones durante dos años que tuvieron como resultado la concepción de 10 mapas de memorias colectivas, la integración de más de 150 propuestas en el plan o en otras políticas públicas y la realización de 10 acciones experimentales sugeridas y preparadas por ciudadanos en articulación con el municipio. Esta iniciativa fue distinguida con el sello de «Buena Práctica» por la Red de Autarquías Participativas y fue objeto de la escritura de un libro.
Finalmente, el Laboratorio de Ciudadanía por la Transición Climática de Matosinhos fue creado con el objetivo de anticipar la realización de la meta de la neutralidad carbónica para 2030 y por la necesidad de escuchar, movilizar, involucrar a los ciudadanos, las empresas y las organizaciones locales, en la respuesta a los complejos desafíos que exige este objetivo. Los laboratorios ciudadanos son espacios colaborativos de prototipado de soluciones y de su experimentación, a través de medidas de bajo costo y rápida visibilidad, involucrando a los ciudadanos, administración y especialistas en un trabajo mediado. Como resultado, los aproximadamente 50 participantes desarrollaron 12 proyectos ciudadanos que serán presentados en el Festival Climático de Matosinhos, cuyo lema es ‘celebrar el cambio’.
Referencias bibliográficas:
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NOGUEIRA, F., SEIXAS, J., MOTA, J. C. (2023). Governança, Movimentos Sociais de Base Territorial e Participação Cívica em Portugal. Os Desafios (Geográficos) da Governação Territorial https://run.unl.pt/bitstream/10362/158171/1/9_Desafios.pdf
MOTA, J.C., FERNANDES, A., MOREIRA, G. (2022). Los retos de la innovación ciudadana por parte de las ciudades. El caso del Laboratorio Cívico de Santiago en Aveiro. In : Rubén Camilo Lois González, José Alberto Rio Fernandes e Maria Encarnação Beltrão Sposito (eds.) El Mundo Visto de las Ciudades, pp. 815-824 Tirant lo Blanch
MOTA, J.C., SEIXAS, J., ATAÍDE, A., CARDOSO, C. (2022). Evolução das redes locais desolidariedade em Portugal. Análise em tempos de pandemia e perspetivas para o futuro. El apoyo mutuo en tiempos de crisis la solidaridad ciudadana durante la pandemia Covid- 19. Editores Oriol Nel·lo; Ismael Blanco; Ricard Gomà. Colección Grupos de Trabajo. ISBN 978-987-813-190- 0 CLACSO. Universitat Autónoma de Barcelona. Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona. Buenos Aires. Mayo de 2022 https://www.clacso.org/wp-content/uploads/2022/05/El-apoyo-mutuo.pdf
SEIXAS, J. & MOTA, J. (2021). Dialogues, Tensions and Expectations between Urban Civic Movements and City Administration. Lessons for Urban Politics Evolution from Two Recent Participatory Processes in Portugal. The Evolving Scholar | IFoU 14th Edition. https://dapp.orvium.io/deposits/616ca02036561a00099446b7/view
RAFFERTY, G., CONCILIO, G., MOTA, J.C, NOGUEIRA, F, PUERARI, E., O´KANE, L. (2021); Collaboration and innovation for participatory planning pedagogies: reflections from the community participation in planning project; Teaching and Educating for Spatial planning- Innovative practices to stimulate action for a better world, AESOP. https://www.elgaronline.com/edcollchap/edcoll/9781788973625/9781788973625.00019.xml
MOTA, J.C., SANTINHA, G. (2016). City Civic Movements in Aveiro – Promote smarter decisions for the future of the city, in HUMAN SMART CITIES, Rethinking the interplay between Design and Planning, Edited by G. Concilio, F. Rizzo, Springer, UK https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-319-33024-2_14
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Ciudades Hexagonales es un programa impulsado por CIDEU, diseñado y coordinado por Hexagonal LAB, financiado por la Unión Europea, con el apoyo de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y el Ayuntamiento de Barcelona.