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Por Karina Izquierdo Rodríguez
¿A qué nos referimos cuando hablamos de incorporar la perspectiva de género en la planeación urbana y por qué es importante?
«Es una herramienta útil para visibilizar las experiencias de comunidades históricamente vulnerables y excluidas en la planificación urbana, para transformar —a través de la desarticulación de la concepción binaria de la realidad— las diferentes interacciones sociales en los espacios públicos» 1.
La creación del espacio público y la lógica del desarrollo de las ciudades ha estado influenciada por las relaciones de poder, reflejándose en desigualdades de género, raciales, sociales y económicas. La ciudad no ha sido diseñada pensando en mujeres, niñas y personas de género diverso, por lo que la falta de visibilidad sobre el uso de la ciudad respecto a las diferencias de género ha perpetuado este modelo binario. Como resultado, estas personas deben adaptarse al diseño del entorno urbano y a su funcionamiento, en lugar de que éste responda a sus necesidades 2, derivando en una provisión insuficiente de infraestructura, servicios e instalaciones básicas y un diseño que propicia la exclusión del espacio público.
Cuando las ciudades se planifican sin considerar la diversidad y la equidad, la urbanización puede aumentar las desigualdades entre diferentes grupos de la sociedad. Las mujeres, que enfrentan doble discriminación por su género y su identidad interseccional, como ser refugiadas, migrantes, de bajos ingresos, de género diverso, con discapacidad o pertenecientes a minorías étnicas o religiosas, sufren niveles más altos de marginación y exclusión3.
Los impactos de la discriminación de género incluyen, entre otros, mayores tasas de pobreza, desempleo, barreras a la educación, tareas de cuidado no remuneradas y experiencias de violencia y acoso callejero4. Consecuentemente, resulta imperativo comprender el contexto histórico del diseño urbano y examinar críticamente las disparidades de género en las ciudades para defender los derechos de las mujeres en la configuración y el acceso a los espacios urbanos.
¿Cómo serían las ciudades si estuvieran diseñadas tomando en cuenta las necesidades de mujeres, niñas y otros grupos históricamente marginados?
La planificación urbana forma parte de un contexto más amplio, el de la gobernanza y gestión de las ciudades. Por lo que es crucial que los gobiernos locales reconozcan los impactos sistémicos de la discriminación. Analizar la gobernanza urbana considerando el género y la dinámica socioeconómica de la ciudad es esencial para asegurar la igualdad, la inclusión y la sostenibilidad urbana.
Para abordar el ámbito del derecho a la ciudad de las mujeres se precisa conocer cómo usan el tiempo y el espacio5. El tiempo ha sido un problema subjetivo a afrontar en lo individual, por lo que una planeación con perspectiva de género incluirá medidas que faciliten una mejor gestión del tiempo6. Debido a las múltiples responsabilidades de las mujeres, sus viajes suelen ser más variados y complejos (trabajo asalariado, cuidado de hijos y dependientes, salud, educación, sociabilización, recreación, abastecimiento, etc.) en comparación a los traslados mayoritariamente lineales de los hombres.7
Las redes de transporte público tienden a priorizar rutas que llevan a los usuarios de los barrios periféricos y otros municipios de los alrededores al centro de la ciudad. Se da por sentado que estas rutas ofrecen mejores beneficios económicos a la ciudad ya que estadísticamente, los hombres suelen usar más estas rutas al ir y volver del trabajo. Sin embargo, los estudios muestran que la mayoría de los trayectos hechos en transporte público son más cortos y realizados por mujeres, con múltiples paradas en distintos momentos del día, fuera de las horas punta8.
En dichos trayectos, las mujeres suelen ir más cargadas, por ejemplo con cochecitos, niños pequeños, compras de abastecimiento, etc. Las mujeres también se enfrentan a más problemas de seguridad en el transporte público, un determinante clave de la elección modal y del comportamiento de viaje.
A continuación se presentan las siguientes categorías como marco teórico para comprender las persistentes asimetrías en las experiencias de las mujeres en la ciudad, que van más allá de la violencia física e incluyen privaciones materiales y desventajas simbólicas9.
- EQUIDAD Y JUSTICIA: gobernanza urbana y políticas territoriales (acceso a oportunidades socio-económicas, tenencia de la vivienda, políticas de cuidados, en otros.). Es necesario prestar atención tanto a los aspectos estratégicos de alto nivel de la planeación espacial como a los detalles de implementación, los cuales suelen ser manejados por departamentos técnicos que generalmente no están capacitados en perspectiva de género10.
- ENTORNO CONSTRUIDO: distribución de bienes urbanos, servicios y equipamiento. Movilidad, vivienda, espacio público, seguridad (libre de violencias, acoso o intimidación), accesibilidad y uso del espacio.
- SIMBOLISMO: representación y participación de identidades diversas, sentido de pertenencia en el espacio público, memoria.
¿Cuáles son los vínculos al desarrollo urbano sostenible?
Las mujeres tienen 14 veces más probabilidades de morir en desastres relacionados con el cambio climático ya que las soluciones climáticas en las ciudades tienden a ignorar las cuestiones específicas de género, perpetuando un sesgo general de infraestructura y servicios diseñados predominantemente para hombres11.
Los gobiernos locales se enfrentan al desafío de formular estrategias diversas para gestionar el ritmo acelerado de la urbanización y las tareas necesarias de (re)construcción y adaptación urbana al cambio climático. Sin embargo, las vulnerabilidades agravadas y superpuestas de los habitantes históricamente marginados suelen tratarse de manera fragmentada, con enfoques de adaptación convencionales. Adoptar una perspectiva interseccional en la adaptación climática permite analizar las formas interconectadas de injusticias socioambientales que generan vulnerabilidades, facilitando estrategias más concretas e integradas para la resiliencia y una transformación urbana justa. Esto incluye abordar los factores subyacentes que refuerzan las desigualdades de género, como la institucionalización de programas integrales de cuidados.
¿Qué se necesita para crear ciudades que sean más seguras, incluyentes y equitativas?
El alumbrado público no es el único factor relacionado a la seguridad, sino también el diseño y la forma de las calles. Los estudios4 indican que aceras seguras, la actividad en las calles y la presencia de áreas verdes pueden disminuir los niveles y la percepción del crimen en entornos urbanos, ya que la presencia de otras personas contribuye a que las mujeres se sientan más seguras.
Algunos conceptos clave son9:
- Proximidad: promover distancias caminables, usos mixtos y compactos y la cercanía a espacios libres y zonas verdes. Un sistema de transporte que permita la accesibilidad a servicios y equipamiento urbano, y mayor cercanía a paradas de autobús.
- Vitalidad: diferentes usos del espacio, flexibilidad y economías locales. Transporte seguro y de calidad y seguridad en las calles y espacios públicos.
- Diversidad: de edades, sexualidades, capacidades diferentes. Diversidad de formas, alturas y densidades en el diseño.
Esto implica revisar los planes de barrios compactos y de densificación, utilizar herramientas para diseñar espacios públicos vibrantes e incorporar la dimensión de lo cotidiano. Se necesitan intervenciones y normativa programática con especial atención a espacios tales como: estacionamientos, túneles, puentes, pasajes o callejones, lotes baldíos, espacios confinados, paradas de autobús e infraestructura urbana deteriorada, cuidando las líneas de visión y la poca iluminación.
Métodos y estrategias
Es fundamental comenzar por un análisis de necesidades locales de las mujeres para comprender los desafíos y oportunidades que enfrentan. Esto permitirá establecer una línea de base para identificar acciones prioritarias y evaluar el cambio. El análisis debe involucrar un compromiso con mujeres locales e interseccionales para comprender sus historias, complementado con un estudio de datos socioeconómicos y espaciales y una revisión de políticas.
Existen metodologías establecidas que van desde las auditorías para la evaluación y transformación del espacio público, como el programa mexicano de Mujeres en el Territorio12 y las implementadas en el caso de Mujeres Constructoras de sistemas de espacios públicos de Perú, usando la metodología de HerCity13. Es necesario recopilar información desagregada por género específicamente para la movilidad del cuidado, haciéndolas visibles para responder con herramientas de planificación adecuadas14. Los SIG y datos abiertos pueden respaldar estas metodologías y contribuir a medir el nivel de accesibilidad a las infraestructuras para la vida cotidiana, entre otros.
A partir de esto, se debe desarrollar un plan de acción municipal con perspectiva de género que aborde los resultados del análisis. Este plan debe integrarse plenamente con otros documentos y estrategias políticas, como planes de transporte local, estrategias de adaptación climática y documentos de planificación local. Además, debe identificarse las políticas faltantes, necesarias para promover la igualdad de género en el entorno urbano. Las aproximaciones colaborativas de co-diseño como el caso de la metodología de Block by Block aplicada en el caso de la intervención del espacio en Kampala15. En última instancia, al construir ciudades, es fundamental valorar tanto el conocimiento profesional como la experiencia personal.
Conclusión
La forma en que se planifican, construyen y gestionan las ciudades pueden restringir significativamente la capacidad de las mujeres para moverse en ellas, ser económicamente activas o simplemente disfrutar de los espacios en los que viven. Revertir el histórico sesgo de género inherente a nuestros espacios urbanos no es una tarea imposible. Al adoptar un enfoque inclusivo y sensible al género en la planificación y el diseño urbano, y aumentar la participación de las mujeres en la gobernanza, estaremos creando espacios más seguros, saludables, justos y enriquecedores para todos16.
Referencias:
- Centro de Investigación Internacional, I. M. R. Conceptualising Feminist Foreign Policy: Notes for Mexico. (2020).
- Cosgrave, E. Safety in Public Space: Women, Girls, and Gender Diverse People. (2020).
- Terraza, H., Orlando, M. B., Lakovits, C., Lopes Janik, V. & Kalashyan, A Handbook for Gender-Inclusive Urban Planning and Design. World Bank (2020).
- ARUP. Cities Alive, Rethinking Green Infrastructure. (2014).
- Building Inclusive Cities: Women’s Safety and the Right to the City. (Routledge, London, 2012). doi:10.4324/9780203100691.
- Ayuntamiento Bilbao. Plan General de Ordenación Urbana de Bilbao. (2022).
- Sánchez de Madariaga, I. The mobility of care. Introducing new concepts in urban transportation. in Fair shared cities.
- C40 Cities Climate Leadership Group. Gender inclusive climate action in cities. Gender inclusive climate action in cities (2019).
- Falú, A. Urbanismo Feminista: El Derecho de las Mujeres a la Ciudad. (2018).
- Greed, C. Overcoming the Factors Inhibiting the Mainstreaming of Gender into Spatial Planning Policy in the United Kingdom. Urban Stud. 42, 719–749 (2005).
- Dimitrov, D. B. E. G. Effects of Climate change on Women. 4, (2019).
- Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano. Estrategia Mujeres en el Territorio. (2020).
- UN Habitat & Global Utmaning. Cities for Her Cities for All. (2022).
- de Madariaga, I. S. From Women in Transport to Gender in Transport: Challenging Conceptual Frameworks for Improved Policymaking. J. Int. Aff. 67, 43–65 (2013).
- Kronsted, S. Female-led urban design in Kampala. Dreamtown (2023).
- UN Habitat. Gender Issue Guide. (2012).
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Ciudades Hexagonales es un programa impulsado por CIDEU, diseñado y coordinado por Hexagonal LAB, financiado por la Unión Europea, con el apoyo de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y el Ayuntamiento de Barcelona.