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Niveles de innovación social y su contribución a la democracia y al contrato social
¿Y si la innovación social, además de ser una vía eficaz de afrontar los retos sociales, fuera una fórmula virtuosa para fortalecer la democracia?
En Hexagonal trabajamos con una intuición: la innovación social contribuye de manera decisiva a crear conversaciones, reforzar vínculos, integrar las diferencias, practicar la empatía y fortalecer la cohesión social.
La innovación social sería, en este sentido, un productor natural de contrato social porque opera entre los dos ejes que le dan sentido: la construcción de comunidad y la prefiguración del futuro. Es decir, identidad, afecto, sentimiento de pertenencia, por un lado, y por otro, esperanza, certidumbre y expectativas.
Porque el contrato social no es otra cosa que el pacto tácito entre una comunidad de sujetos que cooperan bajo la expectativa de que les irá mejor juntos que por separado.
Todo ello, justificaría la idea de que la innovación social contribuye decisivamente a la democracia. Para defender esta hipótesis hemos caracterizado cuatro niveles de innovación social y los hemos sintetizado en este esquema.
Estos niveles no serían peldaños de un sistema jerárquico y unidireccional, sino dimensiones interconectadas, interdependientes y complementarias. Todos los niveles serían necesarios y aportarían valor.
Su contribución a la democracia se podría resumir en tres aspectos cruciales: la mencionada producción de contractualidad social (comunidad + futuro), la adaptación a los intereses y capacidades de participación de los diversos agentes (para los que quieren implicarse mucho y los que pueden implicarse poco) y la distribución equitativa de capital social (que es determinante para una igualdad de oportunidades efectiva)