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En un mundo cada vez más interconectado, con un desarrollo tecnológico desbocado y unas desigualdades económicas cada más preocupantes, todo se está poniendo en debate, desde el ideal democrático y el tipo de sociedad que queremos, hasta el contrato social, como marco de cohesión y convivencia, o el modelo de ciudad como escenario prevalente de todas las encrucijadas civilizatorias.
Esto ha llevado al cuestionamiento de la capacidad de los poderes públicos para hacer frente a los problemas que afectan a una sociedad cada vez más fragmentada, especialmente en Iberoamérica. Las ciudades se reivindican como nudos gordianos acumuladores de gran parte de los problemas y las soluciones de este siglo.
Esta crisis de desconfianza y desafecto de la ciudadanía con las instituciones se ha extendido globalmente por la concurrencia de tres factores fundamentales: la ruptura de ese contrato social (por la falta de confianza en el futuro), la hegemonía de la ciudadanía digital y la emergencia de lo común y lo colaborativo, que constituye una externalidad positiva, pero que se explica también por la incomparecencia o por las ineficiencias de lo público.
Fruto de esta coyuntura, gobiernos e instituciones de todo tipo se han planteado nuevos modelos de gobernanza para generar confianza y abordar las cuestiones públicas, como es la planificación estratégica urbana, desde perspectivas más abiertas e integrales, con los conceptos de innovación social, innovación pública y co-creación como categorías emergentes que caracterizan este nuevo paradigma.
El derecho a la ciudad
Esto implica que en los últimos años las principales instituciones internacionales han puesto el foco en la cité, la ciudad intangible que Richard Sennett describió como el conjunto de vínculos, relaciones y complicidades que dan cuerpo social a las calles, los edificios o las infraestructuras, es decir, a esa otra ciudad dura que Sennett llama la ville, para diferenciarla de la primera.
Tras dos siglos de urbanismo ‘desde arriba’, basado en planos e infraestructuras, las principales instituciones de referencia, como ONU Hábitat, la OCDE o la UE, demandan a los planificadores que escuchen, empaticen y colaboren más con los ciudadanos, a los que se les reconoce el derecho a la ciudad, el concepto que teorizó Lefebvre hace ya varias décadas, según el cual los ciudadanos no deben ser considerados como meros consumidores pasivos de una ciudad convertida en producto, sino accionistas de su propio devenir, pudiendo intervenir en su destino del que son co-propietarios.
En este contexto, el reto sigue siendo reconciliar la cité con la ville a través de un abordaje sistémico de la ciudad, tomando lo mejor de las grandes referencias del urbanismo. Desde Jane Jacobs, la urbanista rebelde que ponía el acento en las comunidades y las relaciones de confianza, hasta el idealismo socialista a gran escala de Le Corbusier, al que no se le puede negar ni valentía ni ambición ante los grandes retos urbanos del siglo pasado.
En medio, quedan propuestas como las de Mumford, Olmsted o Cerdá, a las que se suman planteamientos más recientes, como la Ciudad de los 15 minutos de Carlos Moreno, el urbanismo ecológico de Salvador Rueda o la Ciudad de los cuidados de Chinchilla.
Ciudades Hexagonales
Ciudades Hexagonales no quiere inventar nada nuevo, sino que pretende ser un ejercicio de síntesis que nos ayude a entender, interpretar y movilizar energías para afrontar los retos complejos urbanos, aportando una mirada transdisciplinar a la cuestión, combinando ciencia de redes, ética hacker y la experiencia en los laboratorios de innovación aplicadas para esta ocasión a lo urbano como escenario natural en el que hemos estado experimentando las dos últimas décadas.
Es decir, alejando el zoom de nuestros pequeños laboratorios de innovación para problematizar la ciudad y concebirla como un enorme laboratorio en sí misma.
“Dadme un laboratorio y moveré el mundo”, nos provocaba Latour, y nosotros le parafraseamos: dadme una ciudad y lo convertiré en un laboratorio en el que aprender.
Por otro lado, no podemos negar que este viaje intelectual arranca desde la dimensión social de la ciudad, la cité en palabras de Sennett, y que es desde ahí donde nos sentimos más legitimados para hablar y donde queremos poner el énfasis en este programa.
Entendemos además que es en esta área donde se produce un mayor déficit en los currículos universitarios de la mayoría de los planificadores urbanos, muchos de ellos licenciados en arquitectura, con títulos repletos de asignaturas para aprender a construir, calcular masas o domar materiales, pero con poco o nulo contenido para entender a las personas, sus problemas, necesidades y experiencias.
Esta enorme brecha entre la ciudad construida y la ciudad habitada, se agranda todavía más si introducimos las características y limitaciones propias de las entidades locales, ayuntamientos y municipios en los que trabajan esos city makers, afectados por los obstáculos y barreras habituales del sector público: suelen ser organizaciones muy jerárquicas, excesivamente burocráticas y formales, con poca cultura del cambio, y sometidas a los ciclos políticos de cuatro años, lo que propicia el cortoplacismo. Todo ello configura un entorno completamente hostil para la innovación, a lo que se suma un nulo incentivo para experimentar.
Seis vectores para transformar la ciudad
Por tanto, la aplicación del modelo de innovación hexagonal resulta pertinente para transformación de las ciudades en un doble sentido: en primer lugar, para crear un marco común conceptual que nos permita hablar un lenguaje interoperable, conectando ámbitos, sectores, colectivos y masas de energía que hoy no se sientan a la mesa porque parecen emitir en otro ancho de banda ajeno al debate de la planificación urbana (desde los niños y niñas a la red de bibliotecas, pasando por las feministas, las personas creadoras o las emprendedoras); y en segundo lugar, para superar las trabas y las limitaciones propias de unas instituciones públicas rehenes de su propia inercia y un statu quo autoinducido.
En este contexto se enmarca actividad formativa de capacitación técnica e innovación denominada CIUDADES HEXAGONALES, que busca transferir e intercambiar conocimientos y competencias en materia de innovación dentro del ámbito del urbanismo estratégico.
Todo ello con el objetivo de difundir las herramientas y las metodologías necesarias para que las administraciones locales de Iberoamérica contribuyan a impulsar la transformación de las ciudades a través de la innovación en la planificación estratégica urbana. Una agenda que nos conduce hacia Ciudades Abiertas / Diversas / Próximas / Experimentales / Colaborativas / Digitales.
En este recorrido hemos contado con varias referencias de prestigio nacional e internacional, con galones y méritos contrastados a sus espaldas, personas que entienden de la ville, pero que sobre todo se caracterizan por saber cómo se teje la cité, porque son expertas en intangibles, vínculos y conexiones.
En este recorrido por los seis vectores (Open_abrir, Trans_mezclar, Agil_aproximar, Proto_Experimentar, Co_colaborar y Tec_digitalizar) veremos que tres de ellos nos ayudan a reforzar la dimensión comunitaria de la ciudad, que son pura cité, en palabras de Sennet y que nos ayudan a reforzar el nosotros, el sentimiento de identidad, que nos invitan, en definitiva, a INCLUIR y HABITAR. Son: Trans, Co y Open. Por su parte, los otros tres (Agil, Proto y Tec) están mucho más conectados a la Ville, a la ciudad dura y construida, a sus calles, espacios públicos y edificios. Para nosotros estos vectores se conectan con APRENDER y CONSTRUIR.
Guía para el aprendizaje hexagonal de la ciudad, primera parte
De todo ello hablaremos en una unidad de introducción que dirigirá Raúl Oliván, director de Hexagonal, para conectar ambos universos, el enfoque sistémico hexagonal y las gramáticas de la ciudad, dando paso a seis unidades centrales.
En la Unidad I Una Fiesta de la diversidad (Trans) celebraremos la mezcla, el mestizaje, lo intercultural, lo transversal, el trabajo por misiones, la ruptura de los silos, la conversación entre quienes normalmente no hablan: Sonia Lapuente nos hablará de participación y urbanismo desde su experiencia dirigiendo estas áreas en diversos gobiernos; Aurora Adalid usará las maravillosas experiencias de Zuloark, expertos en ensamblar miradas diversas en los procesos; y José Mota nos ofrecerá una visión desde su experiencia en la universidad, conectando reflexión académica, ciudad e innovación social.
En la Unidad II Diseño de la pertenencia (Co) pondremos en valor cómo la ciudad puede potenciar lo colaborativo o lo colectivo, y cómo puede no hacerlo. Cómo el urbanismo condiciona el cuerpo social o, dicho de otro modo, cómo la forma prefigura la función. Carolina Tejada y Karina Izquierdo hablarán de urbanismo visto desde, por y para las mujeres, con experiencias desde México y Colombia; Rodrigo Savazoni reflexionará de los bienes comunes y la cultura abierta en Brasil; y María Glausier y Laura Mesa nos conectarán con preciosos proyectos en Asunción, la madre de ciudades del continente.
La unidad del tercer vector de la cité se ha dejado en sexto lugar, la última de los vectores, para que encuentre mayor lógica lineal en el trabajo práctico. La hemos titulado Unidad VI Nueva narrativa para lo urbano (Open) y en ella identificaremos la importancia de crear conversaciones en dos direcciones, en decodificar los mensajes y que nos entiendan, de escuchar, mapear y empatizar. El profesor de geografía Gustavo Romanillos nos hablará de cartografías para la vida, Patricio (Pato) Ovalle aportará su experiencia desde el BID y Chile con el Hub de Ciudades, y José Ariza nos hablará de geopolítica de los barrios desde la sociología urbana.
Guía para el aprendizaje hexagonal de la ciudad, segunda parte
Tras estas tres unidades, que son puramente cité, ciudad intangible, relacional y conectiva, siguen las relativas a la ville, siguiendo de nuevo la taxonomía de Sennett: TEC, AGIL y PROTO.
Si los primeros vectores definen la nómina de quienes tienen derecho a la ciudad, los sujetos políticos de ese contrato social urbano, este segundo grupo de vectores son los que directamente construyen y hacen viable ese futuro que pretendemos distribuir entre aquellos. Son dos caras de la moneda del contrato social:
En la tercera unidad, de Ciudadanía inteligente y soberanía de los datos (Tec) reivindicaremos una tecnología humanista llamada a reforzar lo que nos une. Una tecnología distribuida, bella, útil e inclusiva. Y contaremos con Pablo Martínez y Mar Santamaría, magos de los datos y los mapas en 300.000 km/s; Elisa Reyes de Pez Estudio nos hablará de la naturaleza como principal tecnología para esas ciudades bióticas; y Ana Cáceres que nos contará el exitoso modelo de Medellín.
La cuarta se titula Densidad y proximidad para hacer viable lo afectivo (Agil). Y nos daremos cuenta de que lo que más nos separa no es la distancia sino el tiempo. Y de la necesidad de agilizar lo tedioso y reservar tiempo para lo importante. Aquí tendremos a mi admirado colega Ramón Marrades, capo del place making en Europa y promotor del urbanismo táctico; a Richi Antón, intelectual y activista culpable de Colaborabora y otros archipiélagos de innovación social, que tirará una conexión con el vector CO y hablará de proximidad y cuidados. Y para la parte más activista, contaremos con Leonardo Brawl, con su pedagogía urbana desde Rio Grande do Sul.
En la quinta pensaremos la Ciudad como una enorme zona de juegos (Proto). Celebraremos la cultura del diseño y cómo los prototipos son una forma de robarle incertidumbre al futuro y hacer tangible lo inimaginado. Para ello nos pondremos el gorro de las niñas con Almudena de Benito de Chiquitectos; mientras Andrea Apolaro nos contará los pioneros proyectos de Montevideo LAB; y Sofía Bosch contribuirá desde el GovLAB con su experiencia diseñando en la ciudad de México.
Finalmente, tras la unidad de introducción y las seis unidades centrales correspondientes los vectores, el curso finalizará con una unidad de conclusiones y evaluación final.
Derecho al futuro
Desde Hexagonal agradecemos a todos ellos su entusiasta colaboración en este proyecto. Por supuesto también a CIDEU y su directora Rosa Arlene, a La Habana, la UE y al Ayuntamiento de Barcelona, por la confianza depositada en nosotros para dirigirlo. Y también a Mauro Gil Fournier, brillante arquitecto de afectos que codirigió con nuestro director, Raúl Oliván, hace un par de años HIP-Ciudades, una experiencia que fue la semilla de este programa.
Con ambos tríos de vectores, Ciudades Hexagonales quiere proyectar un nuevo contrato social o, de alguna manera, lo que hemos empezado a llamar Derecho al Futuro, una agenda desde la que provocar e inspirar una doble transformación: a nivel interno, de las entidades y gobiernos locales, de sus planes urbanísticos y de las herramientas, enfoques y metodologías que utilizan para hacer la ciudad; y a nivel externo, de las propias ciudades, en tanto confiamos en que la función puede – y debe- gobernar la forma. Ciudades Hexagonales pretende introducir armonía y sincronía entre la cité y la ville, entre habitar y construir, entre incluir y aprender, entre la comunidad y el futuro.
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Crédito de la imagen: xbrchx. Vista aérea de la plaza hexagonal de la ciudad de Palmanova, patrimonio de la humanidad por la UNESCO.