Democracia y complejidad en un mundo crítico: diálogo con Daniel Innerarity

Al recorrido de Daniel Innerarity como catedrático de filosofía política y social, investigador IKERBASQUE en la Universidad del País Vasco, director del Instituto de Gobernanza Democrática, titular de la Cátedra Inteligencia Artificial y Democracia del Instituto Universitario Europeo en Florencia, profesor de la Universidad de Zaragoza por más de 20 años y miembro del Patronato de Honor de la Fundación Hexagonal, se suma un currículum más poético. 

Innerarity es un arquitecto de paradojas, digestor de complejidad, antídoto contra los sobresaltos, albacea de la reflexión y el sosiego, juglar de la moderación, notario de la perspectiva, domador de algoritmos y bombero contra el fuego de la inmediatez. En todo caso, descendiendo a lo prosaico: europeísta, demócrata, progresista, amante del Pirineo, (el aragonés particularmente) y ciudadano. 

• El 10 de mayo de 2023, nuestro director Raúl Oliván conversó con Daniel Innerarity. Sucedió en el marco del ciclo de diálogos: “Nuevo Contrato Social, la democracia que nos une”, producido por el Laboratorio Aragón [Gobierno] Abierto (LAAAB). Hoy publicamos fragmentos de esa conversación y os compartimos, al final del blog, el enlace para que puedan ver la conversación completa, a través de nuestro canal de Youtube. Raúl Oliván fue Director General de Gobierno Abierto e Innovación Social y fundador del LAAAB. 

La Paradoja de la Interconexión

En la gramática política contemporánea, solemos emplear el término «crisis» para describir los sobresaltos del sistema. Sin embargo, para Daniel Innerarity, esta palabra es peligrosamente tranquilizadora, pues sugiere un evento con principio y fin. La realidad que habitamos no es un tsunami pasajero, sino un deshielo sistémico y permanente que ha elevado el nivel de la incertidumbre de forma estructural. Estamos, en palabras del autor, ante un “mundo crítico” más que ante un mundo en crisis.

El rasgo definitorio de nuestra era es que “demasiadas cosas están conectadas con demasiadas cosas”. Innerarity utiliza la metáfora de las cerezas: al intentar extraer una del cesto, el resto se enreda en un encadenamiento fatal. Esta complejidad invalida los modelos de gestión del siglo XX, basados en la división del trabajo y compartimentos estancos. 

«Como las cerezas que tiras y se van enrevesando unas con otras, el conjunto de problemas que tenemos proceden de que hay algo así como demasiada conexión, demasiado encadenamiento fatal. Puede haber encadenamientos felices, pero hay demasiado encadenamiento no solamente de problemas que llevan adjuntos otros problemas, sino también soluciones que procuramos para algo que generan problemas.

Por poner un ejemplo de complejidad. Todos somos conscientes de que el cambio climático es probablemente el gran problema que tenemos y que exige una innovación de análisis y de gestión enorme. Pero yo voy a permitirme una simplificación. La gestión del cambio climático nos exige combinar dos cosas muy difíciles de combinar: el final del mundo y el fin de mes«.

El gran desafío de la política actual no es técnico, sino narrativo y sistémico: ¿Cómo combinar el «final del mundo» con el «fin de mes»?. El ejemplo del diésel y los agricultores ilustra esta tensión: una solución climática (evitar el final del mundo) puede chocar frontalmente con la capacidad de subsistencia inmediata de la población (llegar a fin de mes). Si la política no logra suturar estas dos realidades, el resultado es la desafección o el estallido social.

Entre la Tecnocracia y el Populismo

Innerarity identifica una ruptura profunda en la oferta política actual, la cual divide entre el “principio de realidad” y el “principio de placer”. La Tecnocracia ofrece una realidad «poco sexy» y puramente administrativa que no logra emocionar. El Populismo vende una emocionalidad atractiva pero efímera, que no transforma las estructuras sociales.

«Para el filósofo, la democracia afectiva no debería ser una elección entre gestión o emoción, sino una cultura política donde ambos principios coexistan». 

Los Algoritmos Abuela

La analogía es poderosa: Internet es para los partidos lo que la imprenta fue para los monasterios. La digitalización ha cortado las cabezas de los antiguos mediadores -directores de periódicos, líderes sindicales, obispos-, dejando al ciudadano en un paisaje de horizontalidad, pero también de profunda desorientación ideológica.

En este entorno, Innerarity advierte sobre la dictadura de “los algoritmos que funcionan como la abuela”: aquellos sistemas diseñados para ratificar nuestras opiniones y recordarnos que somos los más listos, evitando cualquier contraste con la alteridad. La verdadera salud democrática requiere de algoritmos que nos lleven la contraria, recuperando la esencia del parlamento como un espacio de diversidad y contradicción.

Instituciones que resistan a los Malos Gobernantes

Frente a la inercia de la administración, que a menudo actúa como un freno al cambio, el filósofo propone una visión contraintuitiva de la innovación. No debemos aspirar a líderes providenciales, sino a diseñar instituciones, procedimientos y culturas políticas que resistan el paso de “los malos gobernantes”. 

«La administración está para corregir la frivolidad de los políticos. Y los políticos están para corregir el conservadurismo de la administración. Y es bueno que entre esos dos niveles haya una cierta tensión y que se lleven un poco mal. A mí lo que me preocupa es que se lleven demasiado bien«.

La democracia: proyecto permanentemente inacabado

Finalmente, Innerarity nos recuerda que la democracia no se basa en lo que sabemos, sino en la conciencia de que sabemos poco. Es un proyecto permanentemente inacabado, cuya imperfección es precisamente lo que permite su apertura y mejora universal. El peligro actual no es una muerte súbita del sistema, sino un estancamiento comatoso donde las instituciones se limitan a gestionar la conservación del statu quo en lugar de producir las transformaciones que el tiempo exige.

«Es verdad que las democracias son frágiles, frágiles en el sentido de que son contingentes, John Adams decía que todas las democracias se suicidaban. Bueno… se han suicidado muchas, pero creo que cada vez es más difícil que se suiciden las democracias. Lo que ocurre es que se ponen enfermas y que son débiles, frágiles. No débiles que van a morir, sino que quedan en un estado comatoso».

 

Puedes ver el diálogo completo en el siguiente video:

• Este artículo pertenece a la «Colección Derecho al Futuro«, un proyecto de la Fundación Hexagonal que pretende redefinir el concepto de progreso e invocar un nuevo contrato social centrado en la recuperación de la confianza ciudadana en la democracia, a través de la reflexión, la deliberación, la participación, el diseño colaborativo y la innovación social; para superar las crisis de desafección e imaginación que afectan a nuestras instituciones y organizaciones.