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El ADN de la innovación sistémica y el Derecho al Futuro
Tras muchos años imaginando, diseñando y liderando ecosistemas de innovación, trabajando desde dentro, conociendo otros modelos y compartiendo infinitas conversaciones con muchos colegas, empezamos a percibir la presencia de un código fuente que estaba presente en todos los proyectos, organizaciones y territorios donde se innovaba. En el MIT, en una ONG en la India o en un pequeño colegio público de la España rural. Lugares y equipos que, aparentemente, no tenían nada que ver compartían mucho más de los que pensaban.
Nuestra hipótesis es que tenía que existir una suerte de patrón universal que nos permitiera construir un marco de discusión y diálogo común entre regiones y sectores, un sistema de conocimiento interoperable que facilitara crear conversaciones cruzadas, compartir aprendizajes, intercambiar herramientas y sumar esfuerzos.
Una especie de esperanto que hiciera viable la comunicación entre todas las personas que tienen la necesidad de innovar en el mundo: entre una bibliotecaria y un diseñador, entre un artista y una neurocientífica, entre una policy maker y un comunicador o, incluso, entre una niña y un alcalde.
Ese fue el punto de partida del modelo de innovación hexagonal, que comenzamos llamando HIP (Hexágono de la innovación pública). Seis VECTORES que estaban presentes en todos los equipos, instituciones o lugares donde la innovación fluía de forma natural. OPEN, TRANS, CO, AGIL PROTO y TEC, los llamamos para sintetizar las dinámicas sistémicas que explican la coreografía compleja que hace posible la innovación, es decir, la forma en la que conectamos las ideas, las personas y las organizaciones.
Al poco de este hallazgo, que produjimos para la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado en el informe Instituciones que Aprenden, bajamos los vectores al marco de los profesionales y las habilidades, a través de nuestro portfolio de ROLES y skills hexagonales. COMUNICADOR/A, FILÓSOFO/A, ACTIVADOR/A, DISEÑADOR/A, CONECTOR/A, DIGITAL.
Estos seis roles, junto a 30 HABILIDADES TRANSVERSALES nos permitieron conectar el lenguaje abstracto de los vectores con niveles mucho más operativos que tienen que ver con la forma en la que organizamos las personas en las instituciones, cómo se forman o cómo pueden aprender a innovar. Habilidades como la Escucha Activa, el Pensamiento Crítico, la Inteligencia Emocional, la Orientación a Resultados o la Capacidad de Síntesis.
Posteriormente, con el objetivo de hacer más accionable y accesible el modelo, definimos dieciocho SUBVECTORES, que se aproximan todavía más a la semántica de la mayoría de las organizaciones.
La última capa que hemos añadido al modelo de innovación hexagonal, son los MICROSISTEMAS, que definimos como son infraestructuras blandas, dispositivos o palancas que habilitan la innovación. Los microsistemas constituyen el esquema que utiliza Hexagonal para organizar, planificar y prestar sus servicios con las organizaciones con las que se alía. Los microsistemas son, a la vez, constitutivos y constituyentes de los ecosistemas de innovación.
Con todo, lo verdaderamente potente del modelo de innovación hexagonal no es solo que ofrece pistas, marcos y herramientas sobre CÓMO innovar a cualquier tipo de organización y equipo en el mundo, sino que proporciona, además, un propósito claro a la innovación, un PORQUÉ en un sentido amplio, vinculando ésta a un nuevo contrato social como expresión evocadora de un proyecto colectivo construido a través de dos componentes fundacionales: La COMUNIDAD y el FUTURO. No en vano, los seis vectores son dinámicas virtuosas de producción de ambas fuentes de contractualidad social. Mientras ABRIR, MEZCLAR Y COLABORAR, nos permiten construir comunidad, ampliar sus perímetros, integrar la diversidad, gestionar el conflicto o ensamblar saberes; AGILIZAR, EXPERIMENTAR Y DIGITALIZAR, son vectores prefiguradores de futuro, en el sentido de que performan e invocan el porvenir, o dicho de otra manera, que nos posibilitan construir el futuro que anhelamos. Emergen aquí dos verbos rectores: INCLUIR y APRENDER, como grandes líneas maestras de ambas fuentes del contrato social. Con todo ello, hemos construido un modelo de innovación al servicio de lo que llamamos DERECHO AL FUTURO, un línea de trabajo e investigación que resumimos en un único artículo provisional y provocador.
“Toda persona tiene derecho a soñar con un futuro mejor para su territorio, su comunidad y para sí mismo. Y tiene derecho, además, a participar, individual y colectivamente, en el diseño y construcción de ese futuro compartido” Artículo único del Derecho al Futuro
No obstante la realidad es tozuda, los desafíos son complejos, las inercias del statu quo son poderosas y los adversarios del cambio abundan en todos los tiempos y lugares. Es por eso, que en Hexagonal enmarcamos los procesos de innovación en un contexto de resistencias, amenazas, barreras y obstáculos; en el cual solo cabe operar con energía, entusiasmo y astucia. Unas lides que convierten el arte de innovar en un campo de contradicción, ambigüedad e incertidumbre, en el que no existe un plan perfecto o una receta única, tan solo apelar a los mencionados ejes rectores Incluir (Comunidad) y Aprender (Futuro), cuya síntesis expresamos en los seis vectores y sus correspondientes subvectores, roles, habilidades y microsistemas.
Algunas de estas amenazas, barreras y obstáculos son: Hiper burocracia, Silos organizativos, Falta de liderazgo, Cortoplacismo, Cultura conservadora, Rigidez normativa, Fragmentació, Miedo al riesgo, Centralización, Jerarquización…
Todo este despliegue teórico nos permite construir nuestra teoría de cambio, poniendo la innovación hexagonal al servicio de ese derecho al futuro, que expresamos con nuestro propósito de transformar la complejidad en comunidad, aprendizaje y belleza.