Imaginar la esperanza
diciembre 5, 2024El primer año de Hexagonal, entre la niñez y los sistemas complejos
Hace justo un año que lanzamos Hexagonal. Han sido doce meses increíblemente intensos y bonitos en los que hemos llegado mucho más lejos de lo que habíamos planificado. Esperamos que haya muchos informes anuales, pero nunca serán tan especiales como éste.
Lo sencillo sería hacer un balance de datos: Veinte personas en el equipo (Una treintena larga si sumamos colaboraciones estables) medio centenar de proyectos (una tasa del 75% presupuestos aprobados) el doble de facturación de nuestra mejor previsión (está claro que no somos buenos haciendo cuentas ni poniéndonos límites) Estos datos están bien, pero son solo datos y nosotros queremos ser mucho más que eso.
Otra forma de narrar este primer ejercicio sería hablar de nuestros socios y aliados, porque en Hexagonal lo de clientes se nos queda muy corto. De hecho, a los que vienen buscando un proveedor de servicios sin más seguramente nos les vamos a encajar. Nosotros lo damos todo. Nos da igual que sea un organismo internacional (y hemos trabajado ya con varios) o alguna de las fundaciones más grandes de Europa (y también hemos trabajado con varias) o un gobierno nacional, regional o local del color que sea (dentro del orden cromático constitucional) para cada proyecto, el mejor equipo posible pero una misma línea de trabajo siempre: instalar el ADN hexagonal en sus equipos para enfocar sus procesos de innovación al cambio sistémico.
También sería pertinente comprobar, un año después, si hemos cumplido con aquello que anunciamos que íbamos a hacer. Contraviniendo todos los mandamientos del marketing y el posicionamiento estratégico, nos tiramos a la piscina y dijimos que íbamos a abarcar tres cositas pequeñas:
- Interpretar la complejidad
- Producir cambio sistémico
- Contar historias que emocionen
Así, con ambición, salimos hace justo ahora un año. Bien, si miramos atrás encontramos pruebas fehacientes de que no íbamos de farol.
Sobre lo primero, hemos investigado hasta en los rincones más ocultos de territorios y sectores para entender dónde estaban los obstáculos, los dolores y las emociones de las personas y organizaciones a las que debíamos acompañar. Hemos desplegado diagnósticos de sistemas nacionales enteros (con el Ministerio de Cultura, por ejemplo), radiografiado organizaciones al detalle, realizado mapas sistémicos (para OCDE y otros), analizado políticas públicas (Con Fundación ONCE), evaluado el impacto (Fundación Mutualidad) o escaneado fuentes de financiación… demostrando que nos gusta la complejidad y somos buenos conectando puntos.
De lo segundo, nuestra gestión ha sido mucho más visible. Somos gente de acción. Puede que nos guste escribir y hagamos magia con los datos, pero donde Hexagonal le saca veinte cuerpos de ventaja (porque veinte somos ahora mismo) a cualquier consultora fabril es en las distancias cortas. Nosotros ponemos el cuerpo de verdad. Y eso se nota. Vamos a los sitios y vamos. Y nos quedamos lo que haga falta. Y dormimos donde haga falta. Y bailamos lo que haga falta. Entre otras cosas porque el día que no podamos hacerlo ya no seremos Hexagonal y eso no va a suceder. No vamos a crecer hasta diluirnos o desdibujarnos.
Nuestro umbral y nuestra declaración de intenciones coinciden en el mismo punto: Si no llegamos a un proyecto diremos que no y no lanzaremos en paracaídas a muchachos recién llegados. Para trabajar en Hexagonal hay que creérselo y para creérselo hay que sintonizar honestamente con las organizaciones con las que trabajas.
A nosotros no nos motiva tanto entregar el informe (business as usual del sector) como llevar a la práctica lo que dice el informe (por el mismo precio, o casi) porque a innovar se aprende innovando. Si decimos que montamos un laboratorio en La Habana con innovadores urbanos de toda la región o que vamos a hackear el World Urban Forum del Cairo (con CIDEU) lo hacemos, que si anunciamos un proyecto en la UPNA para repensar qué debe ser una universidad en 2024 o que vamos a diseñar una aceleradora de innovación para catalizar el cambio organizacional (en Provivienda) lo hacemos… No predicamos el cambio sistémico desde el power point, nosotros lo materializamos.
Y nos quedaría lo tercero, lo de contar historias que emocionen, y es que -lo admitimos- también nos gustan los relatos. Pero, no porque tengamos mucho cuento, sino porque tenemos mucho que contar, el matiz es importante. Nuestros relatos nacen de procesos de escucha profunda, y son el resultado de intensas sesiones de co-creación, que parten a su vez de datos reales, y aplican metodologías en las que acumulamos miles de horas de vuelo.
Relatos basados en evidencias podríamos llamarlos. Como nuestro trabajo en BlaBlaLAB, el laboratorio de datos, tácticas y narrativas para el clima (con ECF) y el estudio de “Las ocho Españas” (de Legados & Co.) que nos permite segmentar los mensajes a progresistas acomodados o a tradicionales implicados; o ese laboratorio de futuros (con YBS) que teletransportó a 100 personas a 2034 y acabó con la Carta de Segovia por el emprendimiento juvenil y rural; o Cocina LAB (Junta de Andalucía) que le cambió la cara a los técnicos de empleo cuando descubrieron que cocinar e innovar eran la casi la misma cosa.
La teoría la sabíamos, el que mucho abarca poco aprieta. Lo prudente era tomar una de las tres cosas e intentar especializarse mucho en ella para posicionarse en un sector muy competitivo. Pero nosotros intuíamos, precisamente, que es la división de estas tres dimensiones en áreas de negocio inconexas (análisis, investigación y sensemaking; diseño, co-creación, facilitación y aceleración; y comunicación, incidencia y arte) donde se fragmenta la coherencia y consistencia de los proyectos. Dicho de otro modo, pensamos que los retos complejos que enfrentan las organizaciones a las que acompañamos exigen enfoques holísticos y sistémicos.
Y ahí es donde dijimos hace un año que nacía Hexagonal, en la intersección de todos esos dilemas y contradicciones, en la necesaria e improbable confluencia de lo público, lo privado y lo social; en el espacio entre la teoría y la práctica; conectando lo local y lo global; entre los datos y la poesía. En el territorio ilimitado que se abre entre la niñez y los sistemas complejos, desde nuestro primer cliente (Save the Children) hasta el último (Royal Academy of Engineering)
Terminamos compartiendo aquello de lo que estamos más orgullosos. Nuestro modelo es transparente y simple: procuramos generar ingresos con la Consultoría para invertirlo en cosas divertidas y experimentales en el Laboratorio, y en cosas bonitas en la Fundación.
La Fundación ha lanzado ya sus I Premios con decenas de candidaturas de medio mundo, que dejan dos ganadores y cuatro accésits en las categorías de arte e innovación con impacto que forman ya parte de nuestro Museo de Prototipos. Gozamos del apoyo moral de un Patronato honorífico de altísima talla intelectual que nos inspira profundamente. Mientras, acabamos de lanzar una nueva iniciativa que llamamos “Derecho al futuro” para repensar la idea del progreso y el nuevo contrato social. Y pronto vendrán nuevas convocatorias y proyectos con el objetivo de poner en circulación preguntas, ideas y reflexiones para no dejar indiferente a nadie.
Porque la indiferencia es la peor de las penitencias para transitar este mundo injusto, imperfecto y rabiosamente impredecible que nos ha tocado. Y, considerando el rumbo que hemos proyectado en este primer año de vida, podemos adelantar ya que seguiremos intentando marcar la diferencia.