300 años de historia para diseñar el futuro: el YBS Future Lab
noviembre 22, 2024Diario de una infiltrada en el YBS Futur Lab, día 2
diciembre 2, 2024Diario de una infiltrada en el YBS Futur Lab, día 1
Semillas de cambio: la creación de un futuro colectivo desde La Granja de San Ildefonso
Esta serie de post son una crónica no oficial desde el interior deYBS Futur LAB. Han sido escritos por María Lázaro, una de las 100 participantes del laboratorio, impulsado por Youth Bussiness Spain y dinamizado por Hexagonal.
Un grupo de 100 personas unidas en el YBS FuturLab por un propósito común: diseñar el mañana. Un viaje que conecta el presente con el futuro, la creatividad con la acción.
Llamado al cambio
Cuando recibí la noticia, no pude evitar sentir que algo trascendental estaba a punto de suceder. Un mensaje claro y contundente: “Las 100 personas más creativas del país”, decía la convocatoria. “Los elegidos para cambiar el rumbo del futuro”. El eco de esas palabras, junto con la cita de Felipe V en 1724, quien predijo la creación de una bola de cristal para adivinar el futuro, me hizo pensar que no se trataba de un evento más de co-creación, sino que quizás era el momento de responder a una llamada que pretendía conectar dos épocas hacia un futuro que aún hoy se presenta incierto, pero que puede ser diseñado por aquellos determinados a imaginarlo.
Por lo que sin pensarlo demasiado, decidí embarcarme en la aventura. Hice las maletas con rapidez y tomé el AVE de Zaragoza a Madrid, reflexionando por el camino sobre lo que sabía e intuía acerca de este encuentro al que había sido invitada por el equipo de Hexagonal.
Encuentro de mentes creativas
Al llegar a Madrid, la ciudad puso en marcha mis 5 sentidos a toda velocidad. Había dejado atrás la calma del medio rural, y comenzaba a sumergirme en la sugerente agitación de la urbe. Sin embargo, mi destino no era la capital, sino un lugar impregnado de historia y cierto misticismo; El Palacio de Cristales de Granja de San Ildefonso.
Ya en el autobús que nos conducía hasta allí, observé que la mayoría de los participantes no eran de Madrid, sino que provenían de diferentes partes de España; Córdoba, Valencia, Barcelona, Ávila y Alicante. En el ambiente se palpaba una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Aunque no sabíamos qué nos esperaba al final del trayecto, todos compartíamos una sensación común: estábamos allí por un propósito mayor; una misión que trascendía lo individual.
La bienvenida en el Palacio de Cristales
Al llegar al Palacio de Cristales, el equipo de Youth Business Spain nos brindó una cálida bienvenida. El entorno histórico del lugar, combinado con la energía positiva del equipo, nos hizo sentir que estábamos en el lugar correcto, en el momento adecuado. Nos entregaron un kit de bienvenida, que, aunque en principio parecía un simple gesto, más tarde se convirtió en un símbolo de compromiso.
La primera actividad nos condujo a la Biblioteca del Palacio, donde comenzó la verdadera magia. Allí, rodeados de otras 99 personas, comenzamos a hablar el mismo idioma: emprendimiento social, colaboración, y acción en el medio rural. Éramos diversos, pero nos unía un mismo objetivo: construir un futuro basado en la inteligencia colectiva y la colaboración.
El Punto Rojo, inicio de la conexión
Adentrados ya en el espacio de la Biblioteca, la jornada comenzó con palabras inspiradoras de la directiva de Youth Business Spain, Sara Simón y el presidente Luis García Deber, quienes agradecieron nuestra participación y presencia, recordándonos el rol fundamental que desempeñaríamos como agentes de cambio.
Fue en ese momento cuando el equipo de Hexagonal, encargado de facilitarnos las dinámicas del evento, introdujo un concepto que marcaría la hoja de ruta de la tarde: el punto rojo. Un punto brillante que apareció en la pantalla frente a nosotros, como un faro de luz que nos invitaba a conectar, conformando una serie de nodos interconectados.
Entonces comprendí que ese punto iniciaba un proceso de conexión, no solo entre nosotros, sino entre nuestras mentes y construcciones futuras. Lo que antes era un simple evento, ahora se transformaba en una misión compartida.
Ministerio del Futuro
Lo que sucedió después fue, sin duda, uno de los momentos más desconcertantes y reveladores de la jornada. Un personaje misterioso, vestido con indumentaria futurista que parecía sacado de un videojuego o película de Matrix que hablaba con cierta rapidez, irrumpió en la sala.
Se presentó como un viajero funcionario del Ministerio del Futuro, que había viajado a nuestra época para acompañarnos en el proceso que se había definido como un laboratorio para la construcción de futuros. Y es que, Felipe V, había ordenado construir la Real Fábrica de Cristales en 1724 para albergar en él una bola de cristal capaz de adivinar el futuro. Esa bola había aparecido días antes en la Fundación Youth Business Spain, trayendo consigo un mensaje crucial que decía así: Necesitamos que reunáis a las 100 personas más creativas del país para diseñar el mañana. Pero debéis hacerlo YA.
Al principio, he de confesarte que la idea de un mensaje del futuro me pareció algo surrealista y random. Sin embargo, a medida que las palabras de aquel personaje futurista resonaban en la sala, una sensación de claridad comenzó a surgir desde dentro. La misión estaba planteada, y el tiempo para actuar era ahora. El punto rojo volvía a aparecer en la pantalla, esta vez como un símbolo de esperanza. ¿Seríamos nosotros los encargados de asumir tal reto?
El poder de la colaboración: descubriendo nuestros roles
La jornada avanzó, y nos adentramos en la dinámica de trabajo en equipo. Cada uno de los participantes eligió un rol en función de sus habilidades y talentos: comunicador, activador, conector, digital o filósofo. Fue fascinante ver cómo, a pesar de nuestras diferencias, cada uno de nosotros aportaba una pieza esencial al rompecabezas.
Mi elección fue clara: escogí a la comunicadora innata que siempre he llevado dentro. De esta manera, la claridad y la capacidad de conectar a las personas a través del lenguaje se convirtieron en mi superpoder. Mediante una serie de dinámicas, nos agrupamos en equipos interdisciplinares, que, al igual que el punto rojo, comenzaron a unirse en una red de ideas, energía y propósito.
La fuerza de la comunidad
Con nuestro rol definido, formamos ocho equipos, cada uno capitaneado por un líder. A medida que compartíamos ideas, nuestras diferencias enriquecían cada conversación. En mi equipo, fuimos bautizados como La constelación, y me vi rodeada de personas tan comprometidas como yo en esta trepidante aventura. Rafa, el filósofo; Rodrigo, el digital; Leticia, la diseñadora; Karina, la conectora; y Laura, la activadora. Juntos, cada uno aportando su visión y talento, comenzamos a construir las bases de ese ideal 2034.
Al final del día, antes de descansar, abrí el kit de bienvenida que me habían brindado al llegar al palacio y descubrí una camiseta con el dibujo de una constelación con diferentes estrellas brillando en un universo compartido. Le acompañaba un mensaje en el que se leía:
“Dicen que las personas, al igual que las estrellas, somos creadoras de luz. Hace años entendimos que juntas somos más. Más luz. Más vida. Más tiempo. Más felices. Más capaces. Más efectivas…”
¿Será que es verdad eso de que TODO y TODOS estamos conectados?
Fuente de las fotografías: Youth Business Spain.